¡Cuidado con el paternalismo!

No tengo nada claro cómo se saldrá de la crisis económica, pero tengo claro que uno de los motivos que nos han llevado a ella ha sido el exceso de paternalismo. Ahora sobran estaciones del AVE, aeropuertos, polideportivos, etc. Pero cuando se construían, todos estábamos más contentos que un niño con zapatos nuevos. Precisamente nos ha sucedido eso, nos hemos comportado como niños caprichosos y nuestros políticos han ido satisfaciendo nuestras demandas sin valorar las consecuencias a largo plazo. De esta manera, nuestros gobernantes obtenían votos y nosotros los "juguetes" que queríamos, siendo su utilidad el aspecto menos importante. Alguien hubiera podido decir que aquello no estaba bien, pero ¿quién le hubiera votado renunciando a todo lo que nos daban? En muchos casos, se han generado personas dependientes del crédito, las subvenciones y las ayudas sociales.

Algo que ha sido capaz de meternos en la situación macroeconómica en la que nos encontramos debe ser muy peligroso y es aplicable a otros aspectos de nuestras vidas. Por supuesto que en la empresa también puede producirse el mismo fenómeno, que además es muy difícil de identificar.



Según la RAE, el paternalismo es la “tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias del padre en la familia tradicional a relaciones sociales de otro tipo: políticas, laborales, etc.” 

Mal entendido, el paternalismo supone un exceso de mimo y cuidado que se traduce en una ausencia de delegación, autonomía, capacidad de decisión, etc. para facilitar el trabajo del subordinado. El problema es que a las dos partes les va bien: el subordinado se desentiende de cualquier tipo de responsabilidad y el jefe vence la inseguridad con facilidad. Normalmente se percibe como una ayuda y no como un peligro.

Las desventajas del paternalismo son claras:
  • Es desmotivador para el trabajador.
  • Limita su crecimiento profesional.
  • Desaparece el interés y el compromiso.
  • Se consigue mayor lealtad a la persona que a la empresa.
  • Se genera dependencia del líder e incapacidad para trabajar en su ausencia.
  • Desaparece la iniciativa.
  • Esconder los problemas no hace que desaparezcan.
En el fondo, se trata de una falta de confianza en las personas que forman el equipo. No considerar a nuestros trabajadores como personas adultas y maduras, nos puede llevar a un tipo de gestión paternalista. No es lo mismo ayudar a nuestra gente que anularles para evitar que se equivoquen. Para crecer, debemos acostumbrarnos a no escuchar siempre lo que queremos.

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